Mi nombre es Catalina Torres, más conocida como la mamá de Germán de 9 años.
Vivimos en un entorno que no permite la verdadera inclusión, donde niños como mi hijo puedan escolarizarse sin tener que «vender un riñón» en el proceso y eso no depende de ustedes (la fundación)
Mi hijo nació con un síndrome que afecta seriamente su motricidad y equilibrio. A pesar de esto y con mucho esfuerzo Germán logró caminar a los 6 años. Alcanzar este gran hito y todo lo que significó recibir, aceptar y volver a «ver la vida de colores», después de tener un hijo con discapacidad, no ha sido lo más difícil, lo ha sido su escolarización.
Ya hemos rebotado en dos colegios. Estuvo 3 años en un Montessori, pero en pre kinder nos exigieron una tutora a tiempo completo, lo que sumando a la mensualidad pagamos por un año 1 millón de pesos mensuales, lo que fue imposible de sostener y lo retiramos. Luego llegamos a una academia inclusiva de exámenes libres, pero que no está teniendo muchas matrículas y creemos que pronto cerrará. Entonces hoy día volvemos al infierno que significa buscar un colegio. A estas alturas me resigné a que debo buscar un colegio especial, en donde no podrá asistir con su hermana, y sustentar este modelo de educación de segregación, pero no existe ningún colegio especial cerca y de calidad mínima, más lejos encuentro algunos que exigen por ejemplo: comer e ir al baño solo, hitos que por la falta de motricidad de Germán no ha logrado. Muchos aceptan ciertos tipos de discapacidad, en todos dejan fuera a niños sin autonomía para ir al baño y comer. Mi hijo es muy conectado con su entorno, muy sociable, super inteligente y amistoso.
Me pregunto ¿existe alguna posibilidad de escolarización para un niño de las características de mi hijo o debo dejar de buscar?
Ojalá, quizás, en el futuro veamos este tipo de situaciones de exclusión con horror tal como, por ejemplo, hoy vemos la segregación racial.