Fueron las ganas de sacar adelante a sus estudiantes, tanto en ámbitos educacionales como individuales, que la llevaron a ser nominada al Global Teacher Prize Chile del año 2020, conocido como el «Premio Nóbel de .la Educación», un reconocimiento entregado a un docente innovador y comprometido que haya tenido un impacto inspirador en su alumnado y en su comunidad.
En conversación con Mis Talentos, Marjorie Lara, educadora diferencial y relatora de nuestra fundación, se refiere a los avances y desafíos que tenemos como sociedad en materia de educación inclusiva, destacando la importancia de tener espacios y actividades en las que participen todas y todos los estudiantes, sin importar su condición particular, así como la necesidad de incluir a las familias de los alumnos y alumnas en dichos procesos.
¿Qué te llevó a querer ser Educadora Diferencial?
Siempre me gustó enseñar. Desde pequeña tenía la capacidad y preocupación de explicarle a mis compañeros o familiares algún contenido que no entendían, sobre todo en el área de matemática. Durante la educación media estudié contabilidad en un colegio religioso, y en una salida nos tocó visitar el Pequeño Cottolengo, y esta experiencia me marcó significativamente. Vi una realidad ajena para mí, muchas personas institucionalizadas, y bueno, hablaban de los diagnósticos: discapacidad intelectual, autismo. Todo esto fue muy impactante para mí; quizá en ese momento no sabía que esto iba a afectar mi dirección vocacional, pero sin lugar a dudas me llevó a querer aportar a la vida de estas personas, las que muchas veces son invisibilizadas o excluidas. Sentí como una especie de responsabilidad social, de brindar más y mejores oportunidades a ellos y sus familias.
¿Qué es lo que más te gusta de tu profesión?
Lo que más me gusta es poder acompañar a mis estudiantes, pero con una mirada integral, no solo en la académica. Me gusta poder estar dentro de la sala, compartir con todo el curso, poder modificar ideas preconcebidas, estereotipos arraigados, introducir un ciclo educativo a las diferentes actividades que se realizan en el colegio, trabajar para lograr los cambios en los diferentes integrantes de la comunidad educativa. Me gusta estar ahí, y trabajar para que se generen cambios, ver los cambios, y por otro lado, ver cómo mis estudiantes se desarrollan, crecen, se empoderan, mejoran su autoestima. Eso es muy potente.
¿Puedes hablar un poco sobre el Programa de Inclusión Escolar en el que participas?
El Programa de Inclusión Escolar o PIE atiende a estudiantes desde pre-kínder hasta cuarto medio, sigue a estudiantes con necesidades educativas especiales tanto de carácter transitorio como permanente. A cada profesor se le asigna un nivel en general, por ejemplo, hay dos profesoras para primero básico, dos profesoras para kínder, etcétera, y estas profesoras tienen que hacer un trabajo colaborativo con los docentes de aula. En general, se dan instancias de trabajo colaborativo, generalmente en lenguaje y matemáticas. Además, logramos coordinar con los profesores de otras asignaturas, como historia, ciencias, cuando es necesario, para ver qué ajustes son pertinentes para cada grupo de estudiantes. También tenemos un equipo multidisciplinario que atiende a los estudiantes con necesidades educativas de carácter permanente. Ahí trabajamos con kinesióloga, con fonoaudióloga, con terapeutas ocupacionales, con asistentes técnicos, también con psicólogas, y tenemos un trabajo colaborativo en el cual la familia se incorpora como un protagonista del proceso educativo, también como el estudiante.
¿Cuánto crees que ha avanzado la inclusión en Chile?
Creo que la inclusión es un tema que, sin lugar a dudas, hoy tiene mayor cobertura que en años anteriores, pero aún así creo que debemos avanzar desde las buenas intenciones, lo voluntario, a hechos concretos. Si bien cada vez hay más normativas que invitan a realizar estos pasos hacia la inclusión, falta un montón. Por ejemplo, en salud, falta detección temprana y cobertura de los apoyos pertinentes a las necesidades de cada estudiante y sus familias. En educación tenemos los decretos 83 y 67, que sin duda son un aporte, pero aún así tenemos que poder tener cobertura desde la educación inicial hasta la superior, que no vayamos saltando etapas para que los estudiantes no se queden sin oportunidades después. En cuanto al trabajo, tenemos la Ley de Cuota, la Ley de Inclusión Laboral, pero aún estamos en pañales en esa área. Creo que aún se deben generar muchos más puestos de trabajo, confiar en las competencias que tienen las personas, que no porque estén en situación de discapacidad van a cumplir determinados trabajos y otros no; o sea, conocer a la persona y sus capacidades más allá de estarlas restringiendo por una condición.
Es necesario crear espacios y actividades más diversas y más inclusivas, la accesibilidad es fundamental, y no crear cada cierto tiempo, alguna actividad que tenga como este “apellidito” de “inclusiva”, el cual indica que sí, mucha gente va a poder participar, y si no dice “inclusiva” muchos van a quedar fuera de la actividad. Creo que el acceso a la información de todos los chilenos, ya sea a través de macrotipo, braille, de forma verbal, audiovisual, a través de los intérpretes de señas, es esencial para que Chile realmente vaya mejorando.
¿Qué se puede hacer para promover la educación inclusiva en Chile?
Creo que lo primero es que los estudiantes de escuelas especiales vayan a las escuelas regulares, y tengan la posibilidad de interactuar en estos espacios, recibiendo todo el apoyo y los materiales que necesiten para poder no solamente ingresar a la escuela regular, sino que también progresar, permanecer y egresar. Es fundamental que esta interacción que se da en la escuela probablemente se va a replicar en una interacción a nivel laboral y social, entonces tenemos que trabajar en estos espacios para tener una mejor convivencia, tener un respeto por la diversidad.
Hay que entender que cuando tengamos tan incorporado que nos educamos en espacios comunes, ya no vamos a hablar de inclusión, sino más bien de convivencia, que es lo que tenemos que hacer para quizás mediar o regular las interacciones.
¿Qué se siente haber estado nominada al Global Teacher Prize Chile?
Una emoción y una alegría enorme. La valoración que le dan a los profesores es algo que impacta, algo que no es habitual, lo mucho que te quieren, lo mucho que te valoran; gente que quizás no te conoce directamente, pero sí conoce tu historia y conoce todo lo que tu aportas en la vida de tu estudiante y de la comunidad educativa, y es como muy, muy rico, todo lo que se vive. Este año (2020) tuve la suerte, el honor, de ser nominada por Débora, una ex estudiante de mi colegio. Ella egresó de cuarto medio, yo la acompañé en el último año de escolaridad; ese año llegué al colegio y estuve con Débora, acompañándola, apoyándola en aspectos educativos, también a nivel personal con su autoestima. La ayudamos con el área vocacional, donde ella descubrió que quería ser bibliotecóloga, y es muy bonito, porque además Débora llegó a serlo, y hoy en día, gracias a la Ley de Inclusión, forma parte de nuestro colegio, siendo la encargada de la biblioteca.
¿Qué mensaje le puedes dar a todos los estudiantes y profesionales que tienen discapacidad?
El mensaje que les puedo dar es que ellos pueden. Pueden conseguir sus sueños, pueden conseguir sus metas, y que, si requieren de ciertos apoyos o ajustes, deben demandarlos. Tienen que saber que tienen derechos, eso es muy importante. Es importante que se empoderen, y entiendan que tienen un rol activo en esta sociedad, que no se conformen con solo algunas oportunidades, que vayan buscando y exigiendo. Cada uno de ellos tiene un potencial enorme, que podemos desarrollar en conjunto.