Un célebre camino hacia la inclusión ha tenido el Instituto Miguel León Prado de San Miguel, establecimiento que desde el año 2016 ha sido asesorado por Fundación Mis Talentos en diversos desafíos como: la puesta en marcha del Programa de Integración Escolar y el diseño universal de aprendizajes. Acá cuentan su proceso de transformación.
Bajo el contexto pandemia la educación de niños con necesidades especiales educativas (NEE) se ha vuelto todo un desafío. El instituto Miguel León Prado posee un total de 1.200 estudiantes y su Programa de Integración escolar (PIE) alberga cerca de 100 estudiantes desde prebásica hasta octavo básico. Su ingreso al PIE fue el 2018, o sea que gran parte de su proceso de integración ha sido vía online. El colegio de San Miguel no solo destaca por su histórica excelencia, actualmente también lo hace por lograr buenos resultados durante la pandemia con gran parte de sus alumnos.
Angela Guzmán es Coordinadora Académica de ciclo inicial y básica del instituto, y nos comenta cómo ha sido su trabajo y avance con la comunidad educativa en este proyecto inclusivo.
¿Por qué optaron por la inclusión? ¿Cómo era antes tu comunidad?
El Programa de Integración era un desafío, un sueño en realidad que teníamos nosotros ¿Por qué razón? En primer lugar, la política pública establece no seleccionar, lo que favorece mucho la inclusión, porque nosotros éramos un colegio que escogía. Siempre hemos tenido un gran número de postulaciones. De hecho, el año pasado nosotros fuimos el segundo colegio de Chile con mayor cantidad de postulaciones con cerca de 1.300, para 70 vacantes.
Nuestro inicio en este programa fue el año 2019, pero ese equipo no se afianzó, por lo que los resultados no fueron óptimos. A finales del 2019 hicimos una nueva selección. El inicio de la pandemia significó ver a solo dos semanas presenciales a los educadores diferenciales, a pesar de esto, el nuevo equipo ha resultado bastante bien.
¿Cuáles fueron los desafíos iniciales de la comunidad a la hora de participar del programa PIE?
Lo principal para trabajar por la inclusión educativa fue capacitarnos primero a nosotros, como equipo directivo, convencernos que era muy positivo tener este programa de integración para atender a las necesidades de estos niños, porque nuestra mentalidad de siempre era que todo igual, lo mismo para todos. Tuvimos que cambiar nuestro switch pensando en que no todos son iguales. Atender a la diversidad. Acabar con este modelo de homogeneizar a todos los estudiantes. Después sensibilizar a los profesores, y en general a toda la comunidad educativa, desde la persona que atiende en la recepción, el portero, el auxiliar, el asistente, la encargada de biblioteca, todos. Igual había cierta barrera en algunos docentes, cuesta que entiendan, como que están pensando mucho la nota. Tuvimos que ir educándonos frente, empoderándonos también del tema.
¿A qué herramienta o trabajo atribuye este buen resultado en la implementación del programa?
Le doy mucha importancia a todo lo que es el “aula de recursos” porque dentro de ese aprendizaje académico, está la parte socioemocional, ese vínculo que se logra con el estudiante. Y cómo bien dice la literatura y también la experiencia, que mientras tú hagas un vínculo con el estudiante vas a lograr el aprendizaje. Siempre.
Además, nosotros tenemos consejos cada quince días, ese momento lo comenzamos con una oración, intencionamos todo lo que es la parte socioemocional de los docentes. Posteriormente se abre un espacio donde socializamos estrategias, prácticas exitosas y siempre hay una intervención de la educadora diferencial. Ellas también dan un informe, dan a conocer los avances, las acciones y también dan sugerencias sobre qué podemos hacer.
Nosotros como equipo directivo nos hemos hecho la idea y hemos incorporado con plenitud al programa Integración, No es una isla. No. Está dentro de nuestra comunidad educativa, es parte del proceso enseñanza aprendizaje. Sabemos que cualquier dificultad la podemos abordar y siempre con la ayuda de ellos, con la colaboración. También hemos implementado reuniones semanales, desde la normativa hemos establecido una hora de colaboración, entre la educadora diferencial con el profesor que corresponde, semanalmente. Entonces esa es una riqueza.
¿Cómo ha sido su trabajo con las familias y apoderados de los estudiantes con NEE? ¿Cómo ha sido su orientación?
Durante el año se cita a la familia para informar o decir el avance de este proceso, siempre está la profesora o profesor jefe acompañado con la educadora diferencial, entonces ellos ven que es un trabajo colaborativo, un trabajo en equipo.
El mejor parámetro de los resultados es la percepción de las familias. No una calificación, sino la familia, porque son la base de los estudiantes. Muchas veces los niños con necesidades educativas especiales se sienten tan invisibles y no considerados, obviamente se desmotivan, no tienen el entusiasmo de participar, de conectarse, asistir a la clase y todo. Entonces creo que eso ha sido, ha sido fundamental el dar a conocer y el evaluar constantemente todo este proceso.
¿Cuáles crees que son los topes y las barreras para llevar a cabo un proceso de inclusión?
La entrada de las educadoras diferenciales en la docencia. Nosotros le hicimos la misma pregunta a nuestras educadoras y nos dijeron eso reiterativamente. Nosotros trabajamos desde esa base que la educadora se integrará con los profesores, establecer su rol y su espacio en el aula para evitar roces o intromisión en el trabajo del profesor. Que los docentes vieran en la educadora diferencial un complemento.
Por otro lado, la educadora diferencial nos acompaña solo en las asignaturas de lenguaje y matemática. Ahí es donde hemos visto un desafío en estos dos últimos años. Un desafío grande que los profesores también visibilicen a esos niños con necesidades educativas especiales en las otras asignaturas.
Insisto, yo creo que si en algunos colegios -y me hago cargo de mi palabra- ha fracasado o no ha evolucionado de la mejor forma es porque ven al programa integración como algo aparte, lo aíslan. Nosotros lo hemos integrado completamente. La educadora diferencial para nosotros es un docente más y en todo tipo de actividades: formativas y no formativas.
Durante la pandemia su colegio no ha presentado malos resultados, tienen buena asistencia y recepción, algo que contrasta con la situación a nivel nacional ¿A qué lo atribuye?
El éxito se debe a toda la labor docente y a una lectura complementaria de la situación económica y emocional de las familias. En el aula hemos buscado muchas estrategias tanto en el área académica como en el área emocional. Se hacen convivencias, fiesta de disfraces, se buscan herramientas tecnológicas, juegos, ruletas, juegos, cajú, algo cercano a ellos y que los entretengan. Además, nosotros dentro de nuestra planificación de la enseñanza, este año incorporamos un apartado de estrategia de apoyo socioemocional.
Esta pandemia presentó un desafío para el aula y recursos para ese niño con NEE que tiene tanto temor de hablar, para ese niño que nosotros sabemos que les tiene miedo a las cámaras. Retrocedimos un poquito, pero no propusimos retomar y crear otras vías, para que ese niño que no quiere hablar utilice el lenguaje no verbal, algo tan “sencillo” para nosotros es un gran avance. Esa lectura les ha favorecido bastante porque hay mucho aprendizaje a través del juego y de manera dinámica, también se ha implementado el trabajo en grupo y la designación de labores y responsabilidades entre ellos.
¿Cómo define actualmente su comunidad? ¿A qué aspiran ustedes como comunidad con esto que es la educación inclusiva?
En este contexto de pandemia ha sido un gran desafío, pero lo hemos logrado. Aspiramos que ojalá sea hasta cuarto medio, para seguir avanzando en esta diversidad. Nos ha humanizado más. Lo que veo es que es una comunidad educativa humanizada.